Años 40. Nueva York. Una habitación de hotel. Un hampón atormentando por sus recuerdos. El perfume de la mujer que ama y su ausencia, hacen que sólo pueda hacer eso: fumar un cigarrillo tras otro, escuchando un viejo disco de jazz en un gramófono mientras que las imágenes de lo vivido durante años acude a él con fuerza. Tiroteos… Muertos… Sangre… Contrabando de alcohol… Ley Seca… Pesos pesados del mundo de los bajos fondos: Capone, Torrio, Ciro Terranova, Lucky Luciano… … Y por encima de todo, una certeza. La mujer se ha ido. No sabe si volverá o no. Lo que sí sabe es que tiene los minutos contados. Ellos llevan demasiado tiempo queriendo ajustar cuentas con él, y antes o después lograrán sus propósitos. Sólo es cuestión de tiempo que la bala que lleva su nombre llame a la puerta. Entonces, todo habrá acabado. Ya no habrá remordimientos ni necesidad de andar mirando por encima del hombro. Lo único que teme es la suerte que ella pueda correr. Y es que una cosa son los negocios, donde todo el mundo tiene un precio, y una vida cuesta el precio que el ejecutor cobre por apretar el gatillo, y otra muy distinta el amor. Ahí los sentimientos son libres, y el miedo suele venir de la mano de los remordimientos..