Un domingo cualquiera. En la sierra madrileña. Un pantano. Un padre disfrutando de una custodia compartida. Unas horas con su hijo. La mejor manera de aprovechar el tiempo se le antoja como ir a pescar al Atazar. Los peces no pican. El niño empieza a aburrirse. Una maleta que aparece en la orilla. La tensión se dispara. Las autoridades aparecen y con ellas el secreto que ésta encierra. Un cadáver. Un cuerpo anónimo que ha sido convertido en una estatua de jabón. El crimen perfecto. Sin rastros biológicos de los que tirar, no hay sospechas ni delito. O tal vez sí...