
Un taxi.
Un aeropuerto.
Un billete de avión.
Un viaje en turista
con el que matar a mis demonios,
un salto al vacío sin red.
Un corazón, el mío,
que late desbocado
cuando el tren de aterrizaje toca tierra.
Una muchedumbre.
Una cara esperándome.
ELLA.
Una sonrisa que da valor
para matar a la muerte
o al menos, a no temerla.
Un abrazo, reloj deteniendo el tiempo.
Unos ojos verdes reflejando los míos
un par de labios rebosantes de deseo
pero mudos de palabras.
Un sonido estridente.
Un despertador sonando.
Un sueño que muere.
Unos párpados que se abren.
Un cobarde que despierta.
YO.
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